¿Y si hablamos sobre el cielo?
Bien, hagámoslo.
Cielo… Meteorológicamente
podemos definirlo así como una
esfera aparentemente azul y clara que
rodea la Tierra.
Pero
bien tres cosas nos vienen a la mente al pensar en el cielo…
Tal
vez pensemos en lo que vemos si inclinamos nuestras cabezas y nos topamos con esa capa que nos reconforta
y a la vez nos hace sentir totalmente indefensos. Quizá pensemos en lo
que muchos esperan encontrarse al morir, entrar por las puertas de San Pedro y
sentirse del todo realizados al haber cumplido todo lo que Dios les
encomendaba.
O tal
vez penséis como yo y al escuchar el término ‘cielo’ penséis en ese apelativo
cariñoso que por lo menos a mí me deleita escuchar. Pues creo que es de los más
cariñosos que puedan percibir nuestros oídos.
Y
para qué mentirnos, a todos nos gustaría volar por esos prados celestes.
Como
decían los Beatles, se solía ver a Lucy volando en el cielo, con
diamantes acompañándola, mirando a la gente con sus ojos caleidoscópicos; alegando su afán hacia el LSD.
Pues
ése recoveco azul es de las cosas que más miedo suele causarle a la gente.
Otros se sienten libres, otros cohibidos, o quizá tal vez alguna mente perdida
vaya más allá sobre esas tres ideas que he mencionado anteriormente y piense
distinto a los demás, pero éste debe de ser un ser único.
Y si seguimos hablando sobre lo que muchos llamaríamos ‘normal’,
detrás de esa definición que nos aporta el diccionario hablándonos de esa
esfera azul, encontraremos mil cosas más que otros también calificarían como
normal. Normal… Es un término muy relativo. Pues para mí algo normal es que no
te llamen ‘cielo’,
y tal vez para ti, que estás leyendo esto, el cielo sea algo interminable e
indistinguible. Algo que nunca te llevarías a la boca. Algo con lo que nunca jugarías.
Y muchos contradeciréis mis palabras, pero el cielo, celeste
a mi parecer, está en los ojos de todos. Incluso de los que llevan en sus ser
unos ojos negros,
marrones,
verdes…
¡Violetas!
Pero tal
vez nunca deseéis retorceros en el infierno, puestos a contradecirnos.